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Algodón orgánico y lana merina contra la explotación laboral textil

  • Foto del escritor: Inés López
    Inés López
  • 19 jun 2018
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 22 jun 2018

La Asociación de Moda Sostenible de Madrid (MSMAD) combate la explotación laboral dentro de la industria textil con métodos de producción ecológicos y más sostenibles, además de utilizar los nuevos materiales que ofrece el mercado, más acordes con la naturaleza.



La industria textil es una de las más grandes del mundo. Un sector caracterizado por una producción geográficamente dispersa y por los cambios rápidos impulsados por un mercado cada vez más orientado al consumismo compulsivo. Por otra parte, proporciona oportunidades de empleo a millones de trabajadores, llegando a alcanzar la cifra de 30 millones de personas dedicadas a este sector, en el año 2000, tal y como indican cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).


Sin embargo, esta gran industria tiene una sombra que recorre las fronteras de cada continente. Y es que la producción de las grandes empresas del sector suele subcontratarse a proveedores externos con una red densa y extensa de mano de obra barata. Niños, mujeres, y hasta familias enteras que trabajan por sueldos extremadamente bajos y que en multitud de ocasiones se exponen a peligros.


Quizás lo que todos recuerdan es lo ocurrido en Bangladesh en 2013, el derrumbamiento del Rana Plaza, que se cobró la vida 1.100 trabajadores, y donde otras 2.000 personas resultaron heridas. Un año antes, en Pakistán, se incendió una fábrica; y, volviendo al presente, a principios del mes de julio, diez personas perdieron la vida en una explosión en una fábrica de Dacca (Bangladesh), provocada supuestamente por un fallo en el sistema de ventilación. ¿Cómo combatir estas situaciones si la producción cada vez tiene que ser más rápida y en mayores cantidades?


Madrid lucha por una moda más sostenible


Hace alrededor de dos años desde que Paloma García López creó la Asociación de Moda Sostenible de Madrid (MSMAD). A ella, han ido uniéndose poco a poco aquellas marcas que luchan por un tipo de moda que abogue por una producción acorde con los derechos de los seres humanos, y en también en defensa del medio ambiente, utilizando productos ecológicos o reciclados y que dañan menos a la naturaleza.



“La idea es ayudar a los diseñadores y a las pequeñas empresas, además de una labor educativa -charlas en colegios, campañas contra la explotación infantil en fábricas textiles, cuidado del medio ambiente-”, explica Rubén Matilla, vicepresidente de la asociación, y propietario de la marca ecológica Mammisi.


“Cada vez son más las marcas, y también más los consumidores de un tipo de ropa más sostenible”, asegura Matilla, explicando que se debe a que cada vez “estamos más concienciados”.


Para comprender la importancia que tiene la moda sostenible y cuáles son sus beneficios, tanto medioambientales, como laborales, Matilla empieza ejemplificando que “para producir un pantalón vaquero se necesitan entre 10.000 y 20.000 litros de agua”, y que “en muchas prendas se utilizan tintes que acaban vertiéndose en ríos”, hechos que conllevan a “una contaminación a todos los niveles”.


Sin embargo, utilizando nuevos tejidos más ecológicos como el algodón orgánico, la lana merina, el lino o el cáñamo, “el consumo de agua es menor y se reduce el impacto medioambiental”, pone de manifiesto.


En cuanto al ámbito laboral en la industria textil, “hay mucho trabajo infantil, mucha explotación, además de situaciones verdaderamente precarias”, añade Matilla, a lo que suma a los beneficios de la moda sostenible, que los sistemas de producción son mejores, tanto en condiciones laborales, como en medioambientales.


Producción propia


La producción de moda sostenible es mucho menor que la de las grandes empresas. Se trata de tiradas muy pequeñas, pero que conllevan unos beneficios a niveles laborales: dentro de la producción de ropa ecológica no existe explotación laboral.



Cristina González Cañamares, fundadora de la marca Cabuya Surf Bikinis, especializada en bikinis, explica “a partir de la crisis, en España la industria textil se ha desanclado en cuanto a ropa de baño, por lo que me tuve que ir a producir a Oporto. Allí, en una fábrica familiar -dedicada desde hace muchos años a la creación de prendas de baño-, es donde decidí hacer mis prendas”.


González explica que visita a menudo la fábrica para ver cómo trabajan las costureras: “son entre 20 y 30 personas que llevan toda su vida dedicándose a la costura, las conozco casi personalmente, he visto cuando entran, cuando salen, cómo trabajan”.

La fundadora de Cabuya, se siente “bien” sabiendo que sus prendas están hechas con dedicación y tiempo, y sobre todo por personas que tienen un buen trabajo, ya que considera que “la industria textil, es la esclavitud del siglo XXI”.


Lana merina y ovejas bien cuidadas


DLANA es una marca madrileña dedicada a la creación y venta de lana merina, y prendas fabricadas con la misma. Javier Benito y Esther Chamorro son sus fundadores, una pareja concienciada con el medio ambiente.



“Trabajamos directamente con las ganaderías, y concertamos visitas para ver cómo trabajan con el ganado. Nos aseguramos que son animales que vivien en el campo, sin alimentos modificados genéticamente, ni hormonas”, detalla Benito, que asegura que una oveja bien cuidada y natural, aporta una lana de mejor calidad.


Además, explica que “la lana la seleccionamos nosotros, cuidando las ganaderías con las que queremos trabajar, que en la actualidad es un circuito cerrado, favoreciendo el trabajo de los artesanos textiles, que hacen una gran labor”.


“Controlamos 100 por cien la producción, en el caso de nuestros talleres artesanos, son familias, que igual en temporadas más altas contratan a alguien, pero el trato siempre es directo y ellos tienen sus horarios marcados”, asegura Benito.


A diferencia de las grandes marcas, en DLANAno realizamos tintes, mezclamos los hilos de colores naturales para no tener que usar ningún químico, ya que este tema es peliagudo en el mundo de la moda, porque no somos conscientes de lo que puede producir en la piel el uso de tintes químicos, y en muchas ocasiones se vierten en ríos”, denuncia.


Algodón orgánico, el de los más pequeños


Emma González, es una apasionada del diseño desde muy joven, y un día se dió cuenta de que “el mercado que hay en España estaba muy limitado por las cadenas de fast fashion -moda rápida-”, por ello, decidió emprender un proyecto para los niños, SayPlease: “queríamos ropa de calidad, orgánica, con un diseño sencillo y cómodo para los niños, huyendo de vaqueros y prendas demasiado rígidas que no les permite libertad de movimiento, sobre todo cuando empiezan a gatear”, detalla González.



En SayPlease utilizan algodón orgánico, que “crece en tierras libres de pesticidas y fertilizantes, y es producido sin productos químicos”, aclara la fundadora, y añade que “es todo más artesanal, no se producen grandes cantidades, ya que el objetivo es crear una buena prenda que dé resultados a largo plazo -de ahí el término slow fashion, que identifica a la moda sostenible-”.


González defiende que para pieles sensibles y reactivas “es muy importante usar este tipo de algodón, al igual que para los bebés, ya que su piel es muy porosa y absorbe fácilmente cualquier sustancia”.


Publicado en Madridiario.es

 
 
 

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