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Cabritos, chivos y cabras

Durante el primer semestre de 2017 fueron sacrificadas en los mataderos españoles 636.113 cabras y 4.936.285 ovejas, según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Pesca. Estas cifras tan elevadas se deben a que de la ganadería ovina y caprina se obtiene carne, leche, piel y lana. Mientras que otras explotaciones se dedican a la obtención de un sólo productos, de las ovejas y las cabras se aprovecha todo. La producción de leche de una oveja o una cabra en ganadería intensiva tiene una vida de dos años, periodo tras el cual, en algunas ocasiones, ya mandan a los animales al matadero, de ahí que la cifra de ovejas sacrificadas sea tan elevada. 

La ganadería caprina y ovina es muy similar en cuanto a ecología se refiere. Requieren de un espacio muy similar, una alimentación prácticamente idéntica y unos cuidados muy parecidos. Lo único, en el caso de las ovejas, hay que tener en cuenta los periodos de esquilado para la obtención de la lana.

El proceso de esquilado es una de las mayores críticas que asociaciones como Igualdad Animal o Anima Naturalis critican dentro de la industria intensiva: “Se busca obtener una oveja con la piel exageradamente arrugada, que son las que más lana producen, pero corren más riesgo de contraer miasis, una infección en la piel causada por las larvas de una mosca que deposita sus huevos en esas arrugas sudorosas”, explica Anima Naturalis en su web.

"Las ovejas con la piel más arrugada producen más leche"

“Para combatir esa infección, los ganaderos no gastan dinero en medicamentos, se mutila a la oveja con una técnica llamada ‘mulesing’, que consiste en realizar un corte en la zona que rodea el ano para que las moscas depositen allí sus larvas y no se perjudique el resto de la lana”, detallan en su artículo ‘La lana: tormento animal’.

 

Rafael González, propietario de la granja ecológica Suerte Ampanera (Colmenar Viejo) explica que en las explotaciones intensivas hacen con las cabras prácticas también perjudiciales para estos animales: “Las crías son separadas de sus madres al nacer y las alimentan con leche en polvo, las preñan con solo siete u ocho meses, las ordeñan al menos dos veces al día… Al final, la vida productiva de las cabras se reduce de 12 a 7 años”, cuenta.

 

Como a él y a su hermano Rafael no les gustaba este tipo de producción, decidieron embarcarse en el proyecto de una granja ecológica, allá por 1997 y con un rebaño de 100 cabras.

La vida de una cabra ecológica

El terreno que posee la familia de Rafael es “el ideal para las cabras”: una finca de monte de casi 400 hectáreas donde alberga poco menos de 2.000 cabras. Cuando empezaron este negocio no eran tan grandes como ahora, han evolucionado en función de la demanda. Según el dueño, “los primeros años fueron muy duros porque nadie sabía qué eran los productos ecológicos”.

 

En esta granja se produce leche, quesos y yogures, todo con procesos que respetan el bienestar animal y que aprovechan los recursos de la naturaleza. Por esto, las cabras tienen una vida larga y saludable. “Desde que nacen, están con sus madres hasta aproximadamente los dos meses que las destetamos. No las cubrimos hasta que no cumplen al menos un año y sólo las ordeñamos una vez al día. Así, ellas están bien y la vida productiva alcanza los doce o trece años”, explica González.

Suerte Ampanera

Las cabras tienen acceso a exterior durante todo el día, excepto las más pequeñas, que los dueños meten en las naves a cubierto para que no se las coman los zorros. Al poder pastar tranquilamente, se alimentan de aquello que encuentran en el campo, una comida que combinan con piensos procedentes de agricultores ecológicos certificados, según explica el propietario de Suerte Ampanera.

Además, el dueño destaca que, a la hora de ordeñar a las cabras, es importante que sólo se haga una vez al día: “Aunque obtenemos menos leche que la que puede conseguir una explotación intensiva, la nuestra es de mayor calidad, tiene más proteínas y grasas”, cuenta.

El proceso de ordeño que tienen en Suerte Ampanera está mecanizado: entran en la sala por grupos de entre diez y quince cabras y a través de unas máquinas las sacan la leche. “Una vez terminamos desinfectamos sus tetillas con aceites esenciales”, añade González.

Cuando las cabras dejan de producir (alrededor de los diez años) son enviadas al matadero para que se aproveche su carne, aunque el dueño de la granja confiesa que “hay algunas demasiado cariñosas que mueren aquí, con nosotros”.

 

En cuanto a los temas veterinarios, “en ecológico normalmente no se vacuna y no se utilizan medicamentos convencionales, salvo cuando esté justificado o corra peligro la vida del animal”, explica Rafael. Cuando no queda más opción que la de medicar a una cabra “el periodo de tiempo hasta que podemos volver a sacarle leche es el doble de lo normal, para asegurar que no queden restos del medicamento en su cuerpo”.

 

Al ser una granja tan grande, en Suerte Amparera trabajan entre 20 y 23 personas. “Ordeñamos a las cabras, las dejamos en el campo hasta por la tarde, realizamos las tareas de limpieza, recogemos la leche, guardamos el ganado y les echamos la comida. Suena a poco, pero se te va el día entero”, relata Rafael.

Mercado de productos caprinos y ovinos

La leche y sus derivados lácteos son el cuarto mercado más grande que existe en España, por debajo de las frutas y hortalizas, la carne y los pescados. También son productos que cada vez más personas demandan en ecológico. Según González esto se debe a que "la gente cada vez quiere comer más sano y cada vez ocupan mayor espacio en los supermercados grandes".

"Cuando nosotros empezamos esta aventura existían solo tres 'ecotiendas': una en Las Rozas, otra en Ríos Rosas y otra en la calle Huertas. Igual que nosotros fuimos creciendo, también fue aumentando el número de productores ecológicos. Surgieron grupos de consumo (familias que se agrupan para pedir directamente a los productores), y un poco después aparecieron alimentos ecológicos en las grandes superficies, como en El Corte Inglés", recuerda Rafael.

Esta granja tiene capacidad para comercializar sus productos a todos estos grupos de consumo, y aunque lo hacen sobre todo en la Comunidad de Madrid, también realizan ventas en toda España. "Nuestra marca se volvió famosa a raíz del premio que ganamos en 2011. El Ministerio de Agricultura, Alimentación y Pesca organiza un concurso de quesos (entre otros productos) y la primera vez que nos presentamos nos llevamos el premio al 'Mejor Queso de España'. Después hemos recibido otros galardones, pero ese es el más prestigioso que nos han concedido", cuenta emocionado González.

"Fuimos 'Mejor Queso de España' en 2011 y después hemos recibido más premios"

En cuanto al coste más elevado en los productos ecológicos, el fundador de esta granja explica que "esto ocurre porque no explotamos tanto animales, el pienso es bastante más caro que el convencional, necesitas tener más espacio, las infraestructuras son mayores... Todo suma", enumera. Además, también menciona que "el sello ecológico, aunque ayuda mucho a vender, hay que pagarlo". En ese sentido, considera que "deberían poner más facilidades a los ganaderos que luchamos por lo ecológico, porque, al fin y al cabo estamos pagando por hacer las cosas bien, cuando en otras explotaciones intensivas no lo hacen", critica.

Otro factor relacionado con el encarecimiento de los productos ecológicos es la calidad: "Son más saludables que los convencionales. En nuestro caso, las cabras comen lo que eligen, pastorean y se alimentan de productos naturales, los que ellas quieran. Esto hace que la leche tenga más grasa y más proteína. Es una idea que se aleja de algunas industrias intensivas, donde les dan lo que sea para que produzcan", concluye González.

Suerte Ampanera
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