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Plumas, picos y huevos

El mercado de huevos ecológicos es posiblemente el más conocido en España. Todo el mundo ha escuchado hablar de los ‘numeritos’ que llevan impresos donde se especifica el modo de cría de las gallinas. En este código el 0 significa que son de cría ecológica. El 1 que el huevo proviene de gallinas camperas. El 2 que las aves se crían en el suelo, pero no en libertad. Y el 3 que el huevo proviene de una gallina enjaulada.

 

Los huevos ecológicos son los que proceden de gallinas que se alimentan de productos ecológicos, libres de pesticidas y herbicidas. Además, son aquellas aves que se crían en total libertad.

 

Estas diferentes formas de cría nacen de la concienciación que cada vez más gente tiene sobre el sufrimiento animal. Mientras las gallinas de una granja ecológica hacen su vida como si estuvieran en libertad, las granjas cuyos huevos van marcados con el número 4 viven un auténtico calvario. Así lo afirma el portavoz de la asociación mundial por la protección de los animales Igualdad Animal.

Gallina en una granja industrial

“La cría de gallinas en jaulas es uno de los sistemas de producción que genera más sufrimiento a los animales en la ganadería industrial”, asegura Moreno. “Los huevos van cayendo a las cintas desde las jaulas, en las que las gallinas se esfuerzan por sobrevivir un día más, pero muchas no lo conseguirán”, afirma.

 

La asociación ha denunciado ya en numerosas ocasiones el estado de las aves en “suelo de alambre que les produce cortes, deformaciones y dolor”, hacinadas en cubículos de “una superficie de un folio A4 de grande” donde “los cuerpos de las gallinas muertas se acumulan en los contenedores de basura o incluso en las propias jaulas, junto a las gallinas vivas”.

 

Debido al estrés y a la frustración que sufren viviendo bajo esas condiciones, terminan por desarrollar comportamientos antinaturales: se vuelven agresivas, se picotean entre ellas produciéndose heridas o picotean los cuerpos de las gallinas muertas, tal y como explica Moreno.

Este es un extremo. El contrario es el que protagoniza José Fernández, dueño de una pequeña granja (Reina del Jarama) situada en Aranjuez donde cuida de casi 300 gallinas, todas criadas por la vía ecológica.

 

Su historia comienza con un terreno familiar que pasa a sus manos, la finca “Virgen del Jarama”: “Esta granja la empecé con mi hermano porque estamos preocupados por el bienestar animal y la salud. Queríamos tener un sitio donde las gallinas estuvieran bien cuidadas y alimentadas porque de lo que se alimentan ellas va al huevo y de ahí acaba en nosotros. Hay que conocer lo que comemos”, explica José.

Cuando empezaron el negocio ninguno tenía idea de cómo llevar una granja de gallinas, pero el desconocimiento no echó atrás las ganas de emprender un bonito negocio. José y su hermano hicieron cursillos sobre ganadería ecológica y se aventuraron a montar un gallinero.

 

“Antes de meternos en el tema de la certificación ecológica, al principio, tuvimos un gallinero de prueba, para ver cómo funcionaba y si le cogíamos el truco. ¡Hasta hacíamos nosotros el pienso! Cultivábamos algunos componentes, como el trigo o el maíz; comprábamos guisantes o pipas de girasol ecológicos; lo mezclábamos y luego añadíamos algunos minerales”, cuenta José.

"Al principio tuvimos un gallinero de prueba"

Esa primera y única prueba les sirvió para confirmar que se querían dedicar a eso y emprendieron el camino hacia lo ecológico, pasando los debidos controles y certificando el producto. Aunque, a día de hoy, José es el único que se encarga del gallinero y sus habitantes.

La vida de las gallinas ecológicas

Para que el hábitat de las gallinas sea el adecuado y por tanto, cumpla con las condiciones de la ganadería avícola ecológica “las gallinas necesitan un número determinado de, por un lado, metros cuadrados para salir al exterior (4 por gallina), y por otra parte, dentro del gallinero sólo puede haber 6 aves por metro cuadrado”, explica Fernández.

 

También están regulados los metros de aseladero (sitio en el que se colocan las gallinas para pasar la noche), siendo mínima una superficie de 18 centímetros por ave; y, además, deben tener bastantes comederos, bebederos y ponederos (donde depositan sus huevos).

Una de las gallinas de la granja Reina de Jarama

“Yo tengo dos gallineros y puedo meter en cada uno de ellos 140 gallinas, cumpliendo con estas condiciones que te exigen para que las aves estén bien y el producto pueda tener la certificación ecológica, aunque la alimentación también determina el sello”, cuenta Fernández.

 

Para que un pienso sea ecológico, José explica que tiene que estar conformado por “trigo, haba de soja, cebada, maíz, pipa de girasol y guisantes (89 por ciento); por otro lado tiene que tener carbonato cálcico, bicarbonato y sal (11 por ciento)”.

 

En el gallinero, Fernández mantiene a las aves durante dos años, momento en el que la producción de huevos disminuye bastante y tiene que cambiarlas: “Aprovecho los periodos de verano para realizar el cambio, ya que recibo menos demanda. Además, limpiar el gallinero lleva mucho trabajo y tiempo”, cuenta.

El mercado de huevos ecológicos

A Fernández le costó mucho trabajo conseguir las licencias para montar la granja a pesar de que se trata “de poner gallinas en el campo”: “Resulta que es un terreno de protección de regadío, por lo que hubo que pedir una calificación urbanística, lo primero”, explica añadiendo que además tuvo que pedir permiso a la comunidad de regadores, a RENFE (al pasar cerca las vías del tren) y a la Confederación hidrográfica del Tajo. Hasta que no los obtienes todos la comunidad no te deja poner en marcha el gallinero. 

Tal y como relata Fernández, el papeleo y la burocracia es algo que ralentiza la puesta en marcha de un negocio como una explotación ecológica, aunque, por suerte, una vez tienes todo montado y en orden, las posibilidades de venta son múltiples, con opciones de asociación con otras organizaciones para facilitar una más amplia distribución de los productos.

 

“Nosotros vendemos un 60 por ciento de los huevos a una organización que se llama Las Colmenas. Surgió en Francia y se extendió a España. Consiste en reservar los productos por internet o por teléfono y una vez a la semana les llevamos los productos para que los vendan. Yo pongo los huevos, pero en Las Colmenas se venden miel, hortalizas, frutas, carne, leche, etc. Siempre con la premisa de que sean productos de cercanía y, a veces, ecológicos”, detalla José.

"Las Colmenas han crecido, en Madrid hay cerca de 80 ya"

El 40 por ciento de huevos restantes los venden a varias tiendas de Aranjuez en tres o cuatro grupos de consumo, en un restaurante y a algún otro particular: “Cada vez hay más gente que demanda productos ecológicos”, afirma Fernández. “Lo sé por Las Colmenas, que han crecido una barbaridad, en Madrid hay cerca de 80 ya”, añade.

Reina del Jarama

Entre los consumidores de huevos ecológicos, José ve que es gente culta e informada que se preocupa por el medio ambiente, por el bienestar animal y por su propia salud, ya que saben exactamente lo que están comiendo: “Sabes de lo que se alimentan las gallinas, contribuyes al medio ambiente y comes de forma natural, es como una vuelta a los orígenes”, comenta el dueño de Reina del Jarama.

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